miércoles, 9 de julio de 2008

Mi ensayo final del prope, a ver cómo lo ven.

Reflexiones sobre la concepción actual de la delgadez y la gordura y sus consecuencias

El tema de la alimentación y su relación con el peso corporal ha venido adquiriendo importancia, a menudo se toca en espacios televisivos, en los periódicos, en documentos del sector salud y hasta en pláticas de café. Son muchos los aspectos que se han conjuntado para que este tema sea del interés de prácticamente todo el mundo.

Buscando las razones destaca, como lo menciona Fuentes (2002), que la gran mayoría de las personas, con frecuencia desde la adolescencia, tenemos preocupaciones en torno al peso corporal y nos sentimos obligados a mantenernos jóvenes y delgados.

A pesar de esta preocupación por mantener la esbeltez; el sobrepeso y la obesidad son problemas que se presentan con gran frecuencia, pero el discurso sobre el tema parece privilegiar la atención a la anorexia y la bulimia como los trastornos alimenticios más importantes.

Reflexionar brevemente sobre este hecho, las concepciones que en buena medida lo causan y alguna de sus consecuencias es el objetivo de este documento.

¿Qué significa estar delgados? ¿Qué significa estar gordos?

Muchas cosas se pueden decir al respecto de lo que hoy representan la delgadez y la obesidad respectivamente. Todos hemos escuchado opiniones y, seguramente hasta reaccionado ante alguna persona, asumiendo que la delgadez es mucho más respetable, sana, atractiva y adecuada que la gordura.

La preocupación por mantenerse en cierto peso no es nueva y a lo largo del tiempo ha ido creciendo y arraigándose.

En México, como lo menciona Fuentes (2002), a partir de la década de los sesentas se observa, al menos en lo que corresponde a anuncios publicitarios, una clara tendencia a incluir información relacionada con la conservación de la juventud y el cuidado del peso corporal.

La sugerencia de cuidar el peso para preservar sobre todo la juventud, ha ido evolucionando, actualmente las concepciones que se tienen de la delgadez y la gordura le dan a estas condiciones un significado particular y muy profundo en cuanto a la influencia que guarda con la vida de las personas, Contreras (2000) describe muy bien este aspecto cuando apunta que:

La delgadez no sólo es presentada como atractiva, sino que se asocia con el éxito, el poder y otros atributos altamente valorados. En cambio, la gordura es considerada física y moralmente insana, obscena y propia de perezosos, de glotones. Las evaluaciones positivas y negativas del físico reproyectan, por inferencia, a patrones típicos de conducta correlacionados con atributos morales: autocontrol y autoindulgencia respectivamente.

Además de la presión que han venido ejerciendo los medios de comunicación, la medicina, cada vez con más énfasis, insiste en la necesidad de mantener un peso corporal saludable para disminuir factores de riesgo de importantes afecciones, tales como hipertensión, diabetes, osteoartritis, apnea y cáncer (IMSS s/f). Así que se suma a la exigencia por estar delgado, el cuidado de la salud.

El conjunto de estos planteamientos ha hecho que todas las personas o al menos la mayoría de ellas se encuentran preocupadas por mantenerse en su peso ideal y aún más, se sienten obligadas a hacerlo, ya sea para no correr el riesgo de andar por el mundo mostrando feos defectos personales o para garantizar, a los demás y a sí mismos, que están cuidando responsablemente su salud.

Cabe preguntar ¿el peso corporal dice tanto de las características de una persona? Pareciera que no, si bien sin duda en muchos casos tiene que ver con hábitos alimenticios, esto no tendría porqué llevarse al terreno de características de la personalidad como tales, no parece haber evidencia alguna de que las determine.

Algunas consecuencias de estas concepciones

Una de las consecuencias más graves de esta manera de entender la delgadez y la obesidad parece ser que, incluyendo a veces a la investigación, la anorexia y la bulimia son concebidas como enfermedades a tratar y el sobrepeso y la obesidad, desgracias producto de la débil voluntad personal, como muy bien lo ilustra un reality show que actualmente se transmite por la televisión mexicana.

La anorexia y la bulimia se entienden como padecimientos altamente complejos que requieren de atención y cuidado inmediato. Y no es que esto sea falso, pero si se contrasta con la visión de la obesidad, es muy claro que ésta de ninguna manera se entiende como una condición que requiera atención, más allá de dejar de comer a fuerza de disciplina personal.

Por ejemplo el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales para los Trastornos de la Alimentación (DSMIV, por sus siglas en inglés), material muy utilizado en el estudio y el tratamiento de estos padecimientos, presenta cinco criterios de diagnóstico para la anorexia; cuatro de ellos para la bulimia y cuatro más para lo que denomina trastorno de la conducta alimentaria no especificado, el cuarto de éstos últimos es la compulsión por comer. El hecho resulta sorprenderte si se considera que Estados Unidos es uno de los países con mayores índices de obesidad en el mundo, y a pesar que del riesgo que esta característica implica para la salud, no se considera propiamente un trastorno alimenticio.

En México, las cifras disponibles parecen mostrar que la anorexia y la bulimia van en aumento. Según el Centro Nacional de Salud Reproductiva (2004) las consultas en el Instituto Nacional de Psiquiatría por estos trastornos, pasaron aproximadamente de 0 a 240 en 11 años. El probable crecimiento es muy relativo y obviamente no es comparable en forma alguna con las cifras que presenta la obesidad, que de igual forma representa un peligro para la salud mental y física de quienes la presentan.

Por otra parte, los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (INSP, 2006), muestran que el 26% de los niños de entre 5 y 11 años presentan obesidad o sobrepeso, al igual que el 33% de los adolescentes, y el 72% y el 67% de mujeres y hombres mayores de 20 años, respectivamente.

Las cifras hablan por sí mismas y revelan que la gran presión y aún la preocupación por permanecer delgado, no incide en la realidad de muchas personas; muy pocas son las que logran mantenerse delgadas, quizá sólo aquéllas cuya predisposición genética no incluye la tendencia a engordar.

Es posible que esta aparente contradicción tenga su origen en otras entre las que guarda un lugar importante el hecho de que exista la exigencia enfática de conservar determinado peso corporal para mantener la salud, ser bello y denotar autocontrol, al mismo tiempo que una gran oferta y variedad de comida de calidad muy diversa. Como dato al margen, cabe apuntar que está ampliamente documentado que la publicidad relativa a la comida chatarra, generalmente presenta mensajes, implícitos pero efectivos, dando al consumo de tal o cual producto la posibilidad de hacer felices a las personas o corresponder a familias perfectas, lo que ha funcionado y funciona muy bien como estrategia para favorecer el consumo muchas veces indiscriminado. Entonces el mensaje es: se delgado pero come todo, fuerte contradicción como es obvio.

Seguro que de investigar los conflictos con la comida más profundamente de lo que hasta ahora se ha hecho, se sacarían a la luz otras contradicciones importantes que abonan a esta situación y, sobre todo, sería posible orientar mejor las acciones para que la población consiga un peso saludable y se pueda evitar caer en padecimientos tales como la obesidad, la bulimia y la anorexia.

Hace falta investigación desde muchas perspectivas pero hay dos temáticas que podrían considerarse urgentes, la enfocada al tamaño real del problema de los trastornos alimenticios como tales, considerando el consumo compulsivo como uno de ellos; y la referida a analizar si las ideas prejuiciosas al respecto, las exigencias derivadas de los mismos y el tratamiento en los medios a los trastornos alimenticios, incluida la obesidad, funcionan en conjunto, como mecanismo promotor o potenciador de todos estos padecimientos.

Referencias

Centro Nacional de Salud Reproductiva (2004) Guía de trastornos Alimenticios

Recuperado el 27 de mayo de 2008 de

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Contreras, J. (2002) La obesidad: una perspectiva cultural. Recuperado el 31 de mayo

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Espíndola, José Luis. Pensamiento Crítico, en: Reingeniería Educativa, México,

Colección Biblioteca de la Educación Superior. 1996, pp. 105-106.

Fuentes, V. (2002) Representaciones de los cuerpos femenino y masculino, salud y

enfermedad. Una revisión de los anuncios publicitarios del Excélsior (1920-1990).

Recuperado el 9 de mayo de 2008 de

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Giaconi G. (1994) Los desafíos de la salud pública. Boletín de la escuela de medicina

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martes, 1 de julio de 2008

Mi primer "ensayo"

Este fue el primer ensayo que hice en el módulo propedéutico y es buena evidencia de cómo comencé, aquí se los dejo:
RETO INELUDIBLE

Las personas ante las nuevas formas de comunicarse

El impacto del desarrollo de la ciencia y la tecnología en la vida social es impresionante. Los avances han sido extensos en todos los campos. Particularmente en lo que se refiere a la comunicación y la información, por ejemplo hoy podemos enterarnos de lo que ocurre al otro lado del mundo en el mismo momento en que está ocurriendo y tenemos disponible un gran cúmulo de información en la red.

Al observar la vida cotidiana de buena parte de la población sobre todo en los países del primer mundo, es fácil percibir que todas las personas, hasta aquellas que jamás se han acercado a un teléfono celular o a una computadora, requieren cada vez con mayor frecuencia aprender a comunicarse mediante las nuevas tecnologías.

En un país como el nuestro, que si bien dista mucho de contar con el nivel de vida que se observa en la Unión Europea o en los Estados Unidos, también es fácil percibir esta necesidad de las personas al enfrentase a un entorno en el que de pronto, conocer la lógica básica de comunicación mediante las nuevas tecnologías es imprescindible para, por ejemplo, lograr comunicaciones de larga distancia más eficientes y baratas que el teléfono o incluso realizar algunos trámites comunes en la vida cotidiana.

Otros sectores de la población han tenido un acercamiento, por llamarlo de alguna manera, más amable con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) gracias a que éstas últimas se encuentran plenamente integradas al aparato productivo y de servicios. En este caso, quienes han tenido tal oportunidad, tienen a su disposición formas de comunicación que además de ser prácticamente instantáneas ponen a su disposición gran cantidad de información a través de la red.

Incluso en países como el nuestro, el uso de las TIC permea gran parte de la vida social. Muchos niños y jóvenes, desde temprana edad se relacionan con ellas o desarrollan habilidades que les permiten entender al menos su lógica básica, porque crecen en un contexto donde el uso de estos mecanismos es cotidiano. Además, particularmente los sectores más jóvenes de la población forman parte de un nicho de mercado de productos digitales tanto para la comunicación como para el juego, lo cual sin duda hace que conciban las TIC como parte de su entorno cotidiano.

A la sociedad transformada por los nuevos medios disponibles para crear y divulgar información mediante tecnologías digitales donde a raíz de esto se generan nuevas formas de organización social y productiva se le denomina Sociedad de la Información.

El aprendizaje ante los cambios en la comunicación

Las comunicaciones y la disponibilidad de información de todo tipo y prácticamente al instante para una buena parte de la población características de la Sociedad de la Información, han generado también nuevas formas de acceder al conocimiento, las cuales favorecen la autonomía del individuo en el proceso, e incluso permiten definir la temática del aprendizaje con base en la necesidad o el interés de quien busca aprender, esto lleva incluso a una nueva forma de allegarse conocimientos que resulta mucho más atractiva para el sujeto.

Al mismo tiempo vivir en una sociedad donde se generan nuevas formas de organización gracias a la manera de comunicarse y al gran cúmulo de información de la que se dispone, convierte al proceso de aprendizaje en permanente, de manera que buscar información y allegarse conocimientos formales durante toda la vida ha pasado de ser una opción a un asunto casi de sobrevivencia.

¿Un cambió automático?

EL uso masivo de las TIC afecta de alguna manera prácticamente todos los aspectos de la vida social y al tener gran relación con las formas en que los individuos aprenden resulta obligado voltear la mirada hacia el potencial que para la educación puede tener.

Obviamente el asunto no es nuevo, todos los Estados que cumplen con su obligación de educar a la población, han emprendido acciones para acercar el desarrollo tecnológico en comunicación e información a las escuelas en sus diversos niveles educativos.

El desarrollo de las iniciativas es por demás heterogéneo dado que la inclusión de las TIC en la educación plantea retos importantes y de muy diversos tipos. Las primeras acciones al respecto normalmente se centran en dotar a los centros educativos del equipamiento necesario, y pronto se observa que la simple disposición de equipamiento en las escuelas y aún que quienes acuden a ellas sepan usar el equipo, no trae automáticamente un proceso de aprendizaje de mejor calidad.

La inclusión de la tecnología en la educación puede potenciar muchas cosas que de principio suenan deseables, particularmente llama la atención la posibilidad de que mediante su uso se logre que el proceso de aprendizaje tenga mayor significado para el alumno y que la escuela se adapte mejor a las características de estudiantes que se han formado en el contexto de las nuevas tecnologías. Parecen también brindar la posibilidad de que el papel del educador y el educando cambien diametralmente, el primero como un asesor, tutor y el segundo como constructor de su propio conocimiento.

Pero en todas estas posibilidades las TIC precisamente por lo que son, tienen un carácter exclusivamente instrumental, que si bien muy importante, sólo puede ser explotado en toda su potencialidad si su uso se inserta en un proyecto pedagógico que considere los cambios que el uso de estos mecanismos trae al proceso de enseñanza aprendizaje.

El desarrollo de tal proyecto no es un asunto fácil pero si urgente porque la escuela no puede permanecer incólume ante los cambios que la Sociedad de la Información genera y por tanto es indispensable que se adapte de manera orientada a las nuevas tecnologías, a riesgo de resultar una institución que se vea completamente rebasada por los propios individuos a quien pretende servir.
En conclusión, las TIC no son ni pueden ser la varita mágica para realizar el gran cambio en la educación que ha sido acariciado por muchos desde tiempo atrás, pero la institución escolar tampoco puede eludir la reflexión crítica del cómo el uso masivo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación afectan su quehacer o pueden aprovecharse para potenciar la calidad del servicio que ofrece.

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