martes, 2 de septiembre de 2008

Nuestro trabajo en la sesión 4

Participantes:
Patricia Gonzalez Ramírez
María de la Luz Ortiz González

a) Cuál fue la reflexión/ descubrimiento más relevante que les promovió la temática abordada en la telesesión?

La investigación y la evaluación de retroalimentan, pueden ser complementarias y cada una atiende aspectos distintos y muy útiles para el ámbito educativo.

b) ¿Cómo definirían a la investigación educativa y cómo a la evaluación educativa?

Investigación: Proceso para generar conocimiento
Evaluación: Proceso para generar juicios de valor.

c) En el contexto de la comunicación y las tecnologías educativas, ¿cuáles podrían ser las aportaciones de la investigación educativa y/o social? (Mencionar al menos tres aportaciones de cada una)

La investigación puede definir carencias o necesidades educativas que se pueden subsanar a través de tecnologías educativas. Por ejemplo, la investigación puede proponer que cierta problemática se atienda a través de la educación en línea, el uso de blogs educativos, e incluso la comunicación de mensajes educativos para una comunidad a través de tecnologías educativas. También puede generar conocimiento sobre la generalización de tecnologías educativas en un ámbito determinado.

La evaluación puede saber si la opción tecnológica utilizada fue utilizada o no y en qué medida ofreció los resultados esperados.

d) ¿Cómo nos ayuda lo visto durante la sesión para el desarrollo de nuestra práctica profesional?

Principalmente a considerar que el asunto metodológico en ambos casos es delicado y directamente relacionado con los objetivos que queremos alcanzar con un trabajo en particular, fundamentalmente para no mezclar evaluación e investigación sin una razón metodológica clarísima o peor aún, hacer una evaluación cuando en realidad se quiere investigar o viceversa.

Algunas reflexiones sobre la importancia de promover una conciencia ética

Primer trabajo parcial del Módulo de Investigación


Acercarse a los planteamientos de Edgar Morín puede llevar a reflexiones profundas para la vida personal y colectiva. Traer a cuenta la idea de que el desarrollo de la conciencia ética permea toda nuestra vida, es siempre refrescante como una revisión del grado de consecuencia con que se vive en relación con las normas éticas que se cree haber adoptado. Más aún, revalorar el desarrollo de la conciencia ética y darle un papel crucial para el futuro de la especie humana, como el autor mencionado lo plantea, hace impostergable atender la responsabilidad de voltear la mirada hacia tal conciencia y comprometerse con ella.

Por otra parte, pensar en qué exactamente se puede hacer en los diferentes planos de nuestra vida para desarrollarnos más en el plano ético y vivir en consecuencia, es, desde mi punto de vista, el primer paso para darle un significado auténtico al compromiso de vivir con ética en nuestros días.

Aquí se presentan algunas de las reflexiones que surgen sobre el tema, muchas de ellas a partir de un primer acercamiento a los planteamientos de Edgar Morín. También se presentan algunas propuestas, que si bien limitadas, pueden ayudar a desarrollar la conciencia ética y sobre todo a vivir en consecuencia.

1. ¿Se han perdido los valores?

Es común escuchar opiniones sobre la carencia de valores en la sociedad actual ¿En realidad se han perdido? ¿El mundo del siglo XXI se caracteriza por tener cada vez menos valores morales y éticos? En lo personal me parece que no, en principio porque no es posible que ninguna sociedad se desarrolle sin integrar una serie de normas morales que corresponden al esquema de valores que la caracterizan y ningún individuo puede vivir sin las normas éticas que necesariamente ha internalizado al vivir en sociedad.

Desde cierta perspectiva, los valores, si se entienden como conceptos morales que corresponden al momento histórico de una sociedad, no se han perdido pero sí se han matizado y diversificado tal vez como nunca se había visto, por eso creo que asumir un esquema de valores y ser consecuente con los mismos, es decir, integrarlos al esquema ético personal, es en la actualidad, muy probablemente un poco más complejo que antes.

Sin embargo, muchos piensan que nuestra sociedad se caracteriza por la carencia de valores, y la mayoría de nosotros ha escuchado tales quejas, o incluso las ha expresado, junto con explicaciones que asumen que la causa de lo que se percibe es la desintegración familiar, la desaparición de algunas normas morales, la mala educación; en fin, explicaciones rápidas y fáciles que no mueven más que a cierta desesperanza y particularmente, retomando alguna de las ideas de Edgar Morín (1999), parecen situar al dueño de tales opiniones en un escenario distinto, como si perteneciera a otra sociedad en la que los valores morales y la ética personal son las correctas.

La idea de una sociedad sin valores ni ética y el ubicarse como ajeno a esta circunstancia, aleja a quien lo concibe así, de contribuir en algo a mejorar la situación y más aún, muy probablemente incluso promueve que los seres humanos vivamos cada vez más alejados de la conciencia ética. Finalmente, quienes así opinan no están muy lejos de pensar que no tiene mucho sentido adoptar una posición ética y tratar de ser consecuente con ella, en una sociedad que carece de valores, donde supuestamente nadie se comporta éticamente.

Además, y nuevamente retomando a Morín (1999), quizá la consecuencia más grave de emitir estos juicios fáciles a los que estamos tan acostumbrados, es la auténtica barrera que representan para comprender lo que realmente pasa, lo que realmente estamos viviendo.


2. La conciencia ética ¿hasta dónde impacta en nuestras vidas?


De acuerdo con Morín (1999), para interiorizar el comportamiento ético que nos exige la sociedad actual, es indispensable desarrollar una gran comprensión de lo humano.

La conciencia ética de un individuo está constituida por una serie de normas asociadas con el bien o con lo que está bien, que cada persona ha internalizado y por tanto rigen su actuar. En la medida en que tales normas han sido auténticamente internalizadas, constituyen un compromiso personal del individuo consigo mismo y con el bien. Cumplir con tal compromiso, es decir, con esas normas, sin duda contribuirá de manera importante con la armonía interna de una persona y sus relaciones con los demás.

Tener presente la potencialidad de la conciencia ética para armonizar la vida personal y las relaciones humanas, es un asunto que parece que pocas veces se considera. Normalmente se ve a la ética como un código que alguien ajeno estableció y que debe cumplirse, o se estudia la ética como una asignatura más en la escuela, sin conectar conscientemente sus planteamientos con las normas éticas personales y con la vida cotidiana.

El desarrollo ético personal no puede darse si se parte de entender la ética como un asunto ajeno, sólo de estudiantes o de estudiosos, o incluso como unas normas de comportamiento ideal que sólo orientan y no es necesario esforzarse por alcanzar. Es indispensable analizar nuestro comportamiento ético preguntarse con frecuencia ¿en la vida cotidiana tengo presente las normas éticas que digo, me digo, haber adoptado? ¿Las normas éticas que digo haber adoptado son las que en realidad quiero seguir? En pocas palabras es necesario el autoexamen permanente que Morín (1999) propone.

Y no hay trinchera dónde esconderse, no hay manera de sustraerse de este compromiso si se quiere desarrollar una conciencia ética en lo personal; con el juicio fácil y lapidario pareciera hacerse, pero sólo se cierran los ojos. Hay que tomar entonces en nuestras manos el asunto, considerando que desarrollar la conciencia ética es un asunto personal que cada cual debe tomar por su cuenta., estando conscientes que lo que logremos en este aspecto impacta de manera importante nuestra calidad de vida emocional, familiar, profesional y hasta como miembro cabal de una sociedad democrática (Morín, 1999).

3. Vivir desarrollando la conciencia ética

Comprometernos con el desarrollo de nuestra conciencia ética personal en el sentido que Morín (1999) lo propone, abrirá una puerta enorme para entender la vida humana y nuestra propia vida y trabajar por ambas, sin embargo no es un asunto fácil.

Si bien las potencialidades de una conciencia ética bien desarrollada son enormes para mejorar la vida tanto personal como en sociedad, el asunto no se da de manera automática, la vida es mucho más compleja que eso y a menudo nos plantea desde cuestiones nimias, en las que pareciera más fácil y rápido transgredir nuestra ética personal, hasta verdaderos dilemas que requerirán en su momento de profundas reflexiones. Estas pequeñas o grandes crisis, por llamarlas de alguna manera, seguramente impactan en la evolución o involución de la conciencia ética personal, es decir, dependiendo de cómo exactamente se resuelvan, se promoverá u obstaculizará el desarrollo de este aspecto.

De esta manera, la conciencia ética puede continuar desarrollándose durante toda la vida si se pone atención en el asunto. En este asunto en particular, el autoexamen permanente que Morín (1999) propone, es fundamental para cerciorarnos de estar viviendo conforme a las normas éticas que hemos decidido adoptar y por tanto seguir promoviendo el desarrollo de la conciencia ética personal.

Como producto del autoexamen permanente sin duda surgirán cosas que modificar, actitudes que ajustar en fin, la necesidad de instrumentar estrategias concretas dependiendo del problema o la duda que se presente y cada persona se verá obligada a formularse sus propias respuestas en el esfuerzo por resolver tales situaciones, sin embargo, es probable que algunas sugerencias basadas en una experiencia individual sean útiles para más de una persona.

En la familia por ejemplo una conducta concreta y, desde mi punto de vista de gran impacto en la promoción de la conciencia ética, es evitar juzgar a las personas considerando que todos los seres humanos somos imperfectos y sumamente complejos, por lo cual seguramente cualquier juicio sobre una persona estará equivocado porque es imposible juzgar correctamente desde nuestra imperfección y sin conocer el sinnúmero de elementos que intervienen, bajo determinadas circunstancias, en el comportamiento del otro.

En el ámbito profesional, una manera concreta de promover la conciencia ética es mantenerse abierto para escuchar, sin prejuicios, las ideas de otros aún cuando sean opuestas a las propias, con la convicción de que la construcción común siempre resulta más fructífera que la individual.

Si se es un investigador de profesión, esta apertura para escuchar también resulta pertinente tanto para promover la conciencia ética como la auténtica generación de conocimiento. En particular en este ámbito, por tratarse de una tarea relacionada con las ideas y la confrontación y discusión de las mismas, resulta indispensable evitar cualquier forma de plagio académico. Como Rojas Soriano (1992) reporta, esta conducta es por demás común, una estrategia concreta para evitarla es, en primer término, profundizar en el estudio de los distintos tipos de plagio que existen y particularmente en la manera en que se debe manejar la situación cuando se descubre que las ideas que un autor ya ha plasmado, coinciden con las que el investigador ya tenía consideradas como creación propia.

Conociendo o no a profundidad las diversas formas que el plagio académico puede adoptar, cualquier investigador interesado seriamente en manejarse con ética debe cerciorarse, antes de presentar un trabajo a cualquier persona, que está dando el crédito correspondiente a las ideas de los otros y presentando las suyas como propias.


4. A manera de conclusión

El compromiso con el desarrollo de una conciencia ética personal de pronto puede parecer gigantesco y hasta imposible de cumplir porque nada humano es perfecto y si sumamente complejo, las dificultades y los retos sin duda son numerosos y grandes además de ineludibles, si deseamos construir un mundo más armónico.

Según Morín (1999) en la medida que logremos vivir con una conciencia ética cada vez más desarrollada seremos más humanos y de no hacerlo, estamos irremisiblemente condenados a ir perdiendo paulatinamente muchas de las características más hermosas de nuestra condición. La decisión está en cada uno de nosotros.

Referencias

Morín, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.
Recuperado el 25 de agosto de 2008 de http://www.edgarmorin.com/Default.aspx?tabid=93

Rojas Soriano, R. (1992). Formación de investigadores educativos. México: Editorial Plaza y Valdés.

El primer ensayo de módulo de investigación

Este es mi primer trabajo parcial de módulo de investigación, es decir el primero que será calificado, me costó. Ojala se animen a leerlo y poner sus comentarios.



Algunas reflexiones sobre la importancia de promover una conciencia ética



Traer a cuenta la idea de que el desarrollo de la conciencia ética permea toda nuestra vida, es siempre refrescante como una revisión del grado de consecuencia con que se vive en relación con las normas éticas que se cree haber adoptado. Más aún, revalorar el desarrollo de la conciencia ética y darle un papel crucial para el futuro de la especie humana, como el autor mencionado lo plantea, hace impostergable atender la responsabilidad de voltear la mirada hacia tal conciencia y comprometerse con ella. Por otra parte, pensar en qué exactamente se puede hacer en los diferentes planos de nuestra vida para desarrollarnos más en el plano ético y vivir en consecuencia, es, desde mi punto de vista, el primer paso para darle un significado auténtico al compromiso de vivir con ética. Aquí se presentan algunas de las reflexiones que surgen sobre el tema, muchas de ellas a partir de un primer acercamiento a los planteamientos de Edgar Morín. También se presentan algunas propuestas, que si bien limitadas, pueden ayudar a desarrollar la conciencia ética y sobre todo a vivir en consecuencia. Es común escuchar opiniones sobre la carencia de valores en la sociedad actual ¿En realidad se han perdido? ¿El mundo del siglo XXI se caracteriza por tener cada vez menos valores morales y éticos? En lo personal me parece que no, en principio porque no es posible que ninguna sociedad se desarrolle sin integrar una serie de normas morales que corresponden al esquema de valores que la caracterizan y ningún individuo puede vivir sin las normas éticas que necesariamente ha internalizado al vivir en sociedad. Desde cierta perspectiva, los valores, si se entienden como conceptos morales que corresponden al momento histórico de una sociedad, no se han perdido pero sí se han matizado y diversificado tal vez como nunca se había visto, por eso creo que asumir un esquema de valores y ser consecuente con los mismos, es decir, integrarlos al esquema ético personal, es en la actualidad, muy probablemente un poco más complejo que antes. Sin embargo, muchos piensan que nuestra sociedad se caracteriza por la carencia de valores, y la mayoría de nosotros ha escuchado tales quejas, o incluso las ha expresado, junto con explicaciones que asumen que la causa de lo que se percibe es la desintegración familiar, la desaparición de algunas normas morales, la mala educación; en fin, explicaciones rápidas y fáciles que no mueven más que a cierta desesperanza y particularmente, retomando alguna de las ideas de Edgar Morín (1999), parecen situar al dueño de tales opiniones en un escenario distinto, como si perteneciera a otra sociedad en la que los valores morales y la ética personal son las correctas. La idea de una sociedad sin valores ni ética y el ubicarse como ajeno a esta circunstancia, aleja a quien lo concibe así, de contribuir en algo a mejorar la situación y más aún, muy probablemente incluso promueve que los seres humanos vivamos cada vez más alejados de la conciencia ética. Finalmente, quienes así opinan no están muy lejos de pensar que no tiene mucho sentido adoptar una posición ética y tratar de ser consecuente con ella, en una sociedad que carece de valores, donde supuestamente nadie se comporta éticamente. Además, y nuevamente retomando a Morín (1999), quizá la consecuencia más grave de emitir estos juicios fáciles a los que estamos tan acostumbrados, es la auténtica barrera que representan para comprender lo que realmente pasa, lo que realmente estamos viviendo. La conciencia ética ¿hasta dónde impacta en nuestras vidas? De acuerdo con Morín (1999), para interiorizar el comportamiento ético que nos exige la sociedad actual, es indispensable desarrollar una gran comprensión de lo humano. La conciencia ética de un individuo está constituida por una serie de normas asociadas con el bien o con lo que está bien, que cada persona ha internalizado y por tanto rigen su actuar. En la medida en que tales normas han sido auténticamente internalizadas, constituyen un compromiso personal del individuo consigo mismo y con el bien. Cumplir con tal compromiso, es decir, con esas normas, sin duda contribuirá de manera importante con la armonía interna de una persona y sus relaciones con los demás. Tener presente la potencialidad de la conciencia ética para armonizar la vida personal y las relaciones humanas, es un asunto que parece que pocas veces se considera. Normalmente se ve a la ética como un código que alguien ajeno estableció y que debe cumplirse, o se estudia la ética como una asignatura más en la escuela, sin conectar conscientemente sus planteamientos con las normas éticas personales y con la vida cotidiana. El desarrollo ético personal no puede darse si se parte de entender la ética como un asunto ajeno, sólo de estudiantes o de estudiosos, o incluso como unas normas de comportamiento ideal que sólo orientan y no es necesario esforzarse por alcanzar. Es indispensable analizar nuestro comportamiento ético preguntarse con frecuencia ¿en la vida cotidiana tengo presente las normas éticas que digo, me digo, haber adoptado? ¿Las normas éticas que digo haber adoptado son las que en realidad quiero seguir? En pocas palabras es necesario el autoexamen permanente que Morín (1999) propone. Y no hay trinchera dónde esconderse, no hay manera de sustraerse de este compromiso si se quiere desarrollar una conciencia ética en lo personal; con el juicio fácil y lapidario pareciera hacerse, pero sólo se cierran los ojos. Hay que tomar entonces en nuestras manos el asunto, considerando que desarrollar la conciencia ética es un asunto personal que cada cual debe tomar por su cuenta., estando conscientes que lo que logremos en este aspecto impacta de manera importante nuestra calidad de vida emocional, familiar, profesional y hasta como miembro cabal de una sociedad democrática (Morín, 1999). Vivir desarrollando la conciencia Comprometernos con el desarrollo de nuestra conciencia ética personal en el sentido que Morín (1999) lo propone, abrirá una puerta enorme para entender la vida humana y nuestra propia vida y trabajar por ambas, sin embargo no es un asunto fácil. Si bien las potencialidades de una conciencia ética bien desarrollada son enormes para mejorar la vida tanto personal como en sociedad, el asunto no se da de manera automática, la vida es mucho más compleja que eso y a menudo nos plantea desde cuestiones nimias, en las que pareciera más fácil y rápido transgredir nuestra ética personal, hasta verdaderos dilemas que requerirán en su momento de profundas reflexiones. Estas pequeñas o grandes crisis, por llamarlas de alguna manera, seguramente impactan en la evolución o involución de la conciencia ética personal, es decir,dependiendo de cómo exactamente se resuelvan, se promoverá u obstaculizará el desarrollo de este aspecto. De esta manera, la conciencia ética puede continuar desarrollándose durante toda la vida si se pone atención en el asunto.En este asunto en particular, el autoexamen permanente que Morín (1999) propone, es fundamental para cerciorarnos de estar viviendo conforme a las normas éticas que hemos decidido adoptar y por tanto seguir promoviendo el desarrollo de la conciencia ética personal. Como producto del autoexamen permanente sin duda surgirán cosas que modificar, actitudes que ajustar en fin, la necesidad de instrumentar estrategias concretas dependiendo del problema o la duda que se presente y cada persona se verá obligada a formularse sus propias respuestas en el esfuerzo por resolver tales situaciones, sin embargo, es probable que algunas sugerencias basadas en una experiencia individual sean útiles para más de una persona. En la familia por ejemplo una conducta concreta y, desde mi punto de vista de gran impacto en la promoción de la conciencia ética, es evitar juzgar a las personas considerando que todos los seres humanos somos imperfectos y sumamente complejos, por lo cual seguramente cualquier juicio sobre una persona estará equivocado porque es imposible juzgar correctamente desde nuestra imperfección y sin conocer el sinnúmero de elementos que intervienen, bajo determinadas circunstancias, en el comportamiento del otro. En el ámbito profesional, una manera concreta de promover la conciencia ética es mantenerse abierto para escuchar, sin prejuicios, las ideas de otros aún cuando sean opuestas a las propias, con la convicción de que la construcción común siempre resulta más fructífera que la individual. Si se es un investigador de profesión, esta apertura para escuchar también resulta pertinente tanto para promover la conciencia ética como la auténtica generación de conocimiento.En particular en este ámbito, por tratarse de una tarea relacionada con las ideas y la confrontación y discusión de las mismas,resulta indispensable evitar cualquier forma de plagio académico.Como Rojas Soriano (1992) reporta, esta conducta es por demás común, una estrategia concreta para evitarla es, en primer término, profundizar en el estudio de los distintos tipos de plagio que existen y particularmente en la manera en que se debe manejar la situación cuando se descubre que las ideas que un autor ya ha plasmado, coinciden con las que el investigador ya tenía consideradas como creación propia. Conociendo o no a profundidad las diversas formas que el plagio académico puede adoptar, cualquier investigador interesado seriamente en manejarse con ética debe cerciorarse, antes de presentar un trabajo a cualquier persona, que está dando el crédito correspondiente a las ideas de los otros y presentando las suyas como propias. El compromiso con el desarrollo de una conciencia ética personal de pronto puede parecer gigantesco y hasta imposible de cumplir porque nada humano es perfecto y si sumamente complejo,las dificultades y los retos sin duda son numerosos y grandes además de ineludibles, si deseamos construir un mundo más armónico. Según Morín (1999) en la medida que logremos vivir con una conciencia ética cada vez más desarrollada seremos más humanos y de no hacerlo, estamos irremisiblemente condenados a ir perdiendo paulatinamente muchas de las características más hermosas de nuestra condición. La decisión está en cada uno de nosotros. Morín, E. (1999). los siete saberes necesarios para la educación del futuro.Rojas Soriano, R. (1992). Formación de investigadores educativos México: Editorial Plaza y Valdés.